Bajantes en Gijón
En Burés Canalones podrá pedir la fabricación de canalones y bajantes en Gijón en diversos materiales.
En BURÉS CANALONES siempre escogemos los mejores materiales y productos, para la efectividad posterior sea total y absoluta. Estamos hablando de:
El cobre posee varias propiedades físicas que propician su uso industrial en múltiples aplicaciones como material de una excelente calidad, siendo el tercer metal más consumido en el mundo y de uso frecuente en instalaciones de fontanería, gas y calefacción.Es un material abundante en la naturaleza, económico, ligero y duradero.
Dadas sus especiales características, es uno de los pocos materiales que no se degradan ni pierden sus propiedades químicas o físicas en el proceso de reciclaje, permitiendo que se recicle de forma indefinida y contribuyendo así a la preservación del medioambiente; forma aleaciones para mejorar las prestaciones mecánicas y es resistente a la corrosión y oxidación; resiste el fuego y las grandes presiones, no se deforma ante el calor extremo y ofrece una buena protección contra los contaminantes del suministro de agua doméstica: ya que permite inhibir el crecimiento de bacterias, virus y hongos, contribuyendo así a mejorar la calidad del agua que bebemos.
Las peculiaridades del cobre son muy similares a las del plástico, pero aguanta mejor el paso del tiempo y los ciclos de dilatación no compensada. Además, las uniones, por soldadura o mediante accesorios, son más estables y duraderas. Frente a las tuberías de plástico, las de cobre tienen la ventaja de que no arden en caso de incendio y, por tanto, no liberan humos y gases potencialmente tóxicos.
Tanto el cobre como sus aleaciones tienen una buena maquinabilidad, es decir, son fáciles de mecanizar. El cobre posee muy buena ductilidad (los átomos se disponen de manera tal que es posible que se deslicen unos sobre otros y por eso se pueden estirar sin romperse) y maleabilidad (propiedad, que junto a la ductilidad presentan los cuerpos a ser labrados por deformación).
La ductilidad convierte al cobre en un metal que puede sufrir grandes deformaciones antes de romperse y, a diferencia del problema que presentan los materiales frágiles, que se rompen sin previo aviso, el cobre sufre primero una acusada deformación, conservando aún una cierta reserva de resistencia, por lo que después sería necesario que la fuerza aplicada siguiera aumentando para que se provocara la rotura.
Es un metal blando, con un índice de dureza 3 en la escala de Mohs (50 en la escala de Vickers) y su resistencia a la tracción es de 210 MPa, con un límite elástico de 33,3 MPa. Admite procesos de fabricación de deformación como laminación o forja, y procesos de soldadura y sus aleaciones adquieren propiedades diferentes con tratamientos térmicos como temple y recocido.
El zinc es el metal no-férreo más utilizado del mundo después del cobre, se extrae de un mineral llamado calamina y es de de color blanco azulado, que arde en aire con llama verde azulada.
Es poco abundante en la corteza terrestre pero se obtiene con facilidad. El aire seco no le ataca pero en presencia de humedad se forma una capa superficial de óxido o carbonato básico que aísla al metal y lo protege de la corrosión.
Aunque el zinc es un metal muy activo y se oxida rápidamente en el aire, la capa molecular de óxido de zinc que se forma impide toda corrosión ulterior. Prácticamente el único estado de oxidación que presenta es el +2. Las características mecánicas añadidas a la resistencia a la corrosión atmosférica hacen del zinc laminado un material de óptima calidad para la cobertura de tejados y fachadas, canalones, tubos de bajada, etc.
Precisamente esta resistencia frente a la corrosión atmosférica hacen que la principal aplicación del zinc, cerca del 50% del consumo anual, sea el galvanizado del acero para protegerlo de la corrosión, protección efectiva incluso cuando se agrieta el recubrimiento ya que el zinc actúa como ánodo de sacrificio.
Este metal presenta, por lo tanto, la ventaja de ofrecer una duración más larga a los productos galvanizados, contribuyendo así a preservar el medioambiente, ya que sin la ayuda del zinc, las estructuras y manufacturas de acero se oxidarían en poco tiempo, haciendo necesaria su frecuente reposición y consumiendo grandes cantidades de energía y recursos naturales.
Además, el zinc puede ser reciclado indefinidamente, sin pérdida de sus propiedades físicas o químicas. Presenta una gran resistencia a la deformación plástica en frío que disminuye en caliente. Calentado entre 100 y 150º C es blando y maleable, de manera que puede ser laminado y estirado en hilos por medio de rodillos calientes, manteniendo después su flexibilidad al enfriarse.
Con el agua no desprende hidrógeno, lo que se atribuye a la formación sobre su superficie de una capa protectora de hidróxido.
El acero galvanizado es aquel que se obtiene de un proceso de recubrimiento de varias capas de la aleación de hierro y zinc. Por lo general se trata de tres capas de la aleación, las que se denominan “gamma”, “delta” y “zeta”.
Finalmente se aplica una última y cuarta capa externa que sólo contiene zinc, a la que se le llama “eta”, y es la que le da aquel típico aspecto gris brillante al acero. La lámina de acero galvanizada por inmersión en caliente es un producto que combina las características de resistencia mecánica del acero y la resistencia a la corrosión generada por el zinc.
Se utiliza como materia prima en la industria de refrigeración, construcción, automotriz y metalmecánica en general. Los recubrimientos galvanizados poseen la característica casi única de estar unidos metalúrgicamente al acero base, por lo que poseen una excelente adherencia.
Por otra parte, al estar constituidos por varias capas de aleaciones zinc-hierro, más duras incluso que el acero, y por una capa externa de zinc que es más blanda, forman un sistema muy resistente a los golpes y a la abrasión. El galvanizado otorga al acero, por lo tanto, una excelente protección, aportándole propiedades entre las que se encuentra su gran resistencia a la abrasión, así como también a la corrosión.
Concretamente podemos hablar de una protección triple:
Protección por efecto barrera. Aislándole del medio ambiente agresivo.
Protección catódica o de sacrificio. Aquella en la que el zinc se comporta como la parte anódica de la corrosión, de este modo, mientras haya recubrimiento de zinc, entonces el acero estará protegido.
Restauración de zonas desnudas. La propia corrosión del zinc, que es insoluble, compacta y adherente, tapona las pequeñas discontinuidades que puedan producirse en el recubrimiento por causa de la corrosión o por daños mecánicos (golpes, arañazos, etc.).
En resumen, dentro de las múltiples ventajas que hacen de este proceso de galvanizado algo tan positivo y necesario se encuentra que otorgan al acero una durabilidad mucho mayor, así como también una gran resistencia.
Cabe destacar la gran protección que este recubrimiento le concede, protegiéndolo como una barrera física, de forma electroquímica y brindándole un proceso de autoreparación con la propia corrosión del zinc.
La duración de la protección que proporcionan los recubrimientos galvanizados frente a la corrosión atmosférica es extremadamente alta y depende de las condiciones climatológicas del lugar y de la presencia en la atmósfera de contaminantes agresivos, como son los óxidos de azufre (originados por actividades urbanas o industriales) y los cloruros (normalmente presentes en las zonas costeras).
El acero galvanizado resiste bien la acción corrosiva de las aguas naturales, ya que el anhídrido carbónico y las sales cálcicas y magnésicas que normalmente llevan en disolución estas aguas ayudan a la formación de las capas de pasivación del zinc, que son inertes e insolubles y aíslan al recubrimiento de zinc del subsiguiente contacto con el agua.
La dilatada experiencia existente en el empleo de acero galvanizado en utilizaciones relacionadas con el transporte y almacenamiento de aguas dulces, así como en los sistemas de evacuación de aguas pluviales, son la mejor prueba de que el acero galvanizado tiene una excelente resistencia a la corrosión en este tipo de aguas.
Los recubrimientos galvanizados resisten bastante bien el ataque corrosivo del agua de mar. Ello se debe a que los iones Mg y Ca presentes en este agua inhiben la acción corrosiva de los iones cloruro y favorecen la formación de capas protectoras.
Los aceros prelacados de hoy en día, donde se aplican automáticamente varias capas de pintura en un proceso cuidadosamente controlado. Las bobinas prelacadas, se perfilan posteriormente para poder revestir las fachadas y cubiertas de la obra.
Es muy versátil, ofreciendo al arquitecto un material competitivo, robusto y visualmente atractivo. El acero prelacado utilizado para la construcción está compuesto de varias capas, cada una de las cuales desempeña un papel. El conjunto de todas ellas proporciona al acero sus características estéticas y funcionales.
Estas capas son el Metal Base, conocido como substrato, el Recubrimiento Metálico, Pretratamiento, Imprimación y Recubrimiento Final tanto en la cara superior como en la inferior.
Las diferencias entre unos aceros prelacados y otros reside principalmente en el tipo de recubrimiento de la cara superior.
Los principales son:
- Poliester
- Plastisol
- Poliuretano
- Fluoruro de polivinilo (PVDF)
Incluso dentro de esta clasificación genérica existen diferencias significativas en la formulación química, en el espesor del recubrimiento, color, brillo y textura.
Tanto el material base como el tipo de recubrimiento metálico tienen gran influencia en el comportamiento del producto. El acero prelacado y el acero galvanizado son dos cosas muy distintas, el prelacado es una capa más o menos fina de una pintura, el galvanizado es un proceso electroquímico por el cual se deposita una capa de zinc sobre el acero y lo protege de la corrosión.
A priori el galvanizado es una protección mejor y más duradera que el prelacado.
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